Juana de Arco, también conocida como La Doncella de Orleans, es una de las figuras más emblemáticas de la historia medieval. Nacida en el pequeño pueblo de Domrémy, en la región de Lorena, Francia, en enero de 1412, su vida y muerte marcaron profundamente la historia de Europa.
Una infancia humilde y espiritual
Juana creció en una familia campesina modesta, hija de Jacques d’Arc e Isabelle Romée. Desde pequeña se destacó por su profunda fe y devoción religiosa. A la edad de 13 años, comenzó a experimentar lo que ella describía como visiones y voces celestiales, las cuales atribuía a San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita. Estas voces le transmitieron una misión clara: liberar a Francia del dominio inglés y ayudar al delfín Carlos a llegar al trono.
El llamado divino
A los 16 años, Juana decidió actuar. Se dirigió a la ciudad de Vaucouleurs y convenció a un comandante local de que debía ser llevada ante el delfín. Luego de muchas insistencias y pruebas de fe, Carlos VII accedió a recibirla. Juana, sin nunca haberlo visto antes, lo reconoció en una sala llena de cortesanos disfrazados, lo cual reforzó su reputación como enviada divina.
La Doncella de Orleans
Carlos le otorgó tropas y le permitió unirse al ejército real. Vestida con una armadura blanca y portando una bandera con la imagen de Dios, Juana lideró la liberación de Orleans en mayo de 1429, una ciudad clave que estaba sitiada por los ingleses. Su victoria fue decisiva y le valió el título de “La Doncella de Orleans”.
Poco tiempo después, acompañó al rey hasta Reims, donde el delfín fue coronado Carlos VII de Francia, cumpliendo la misión divina que ella afirmaba haber recibido.
Traición y captura
A pesar de sus logros, Juana fue perdiendo apoyo en la corte. En 1430, durante una escaramuza en Compiègne, fue capturada por los borgoñones, aliados de los ingleses. A cambio de dinero, la entregaron a sus enemigos. El rey Carlos VII, a quien Juana había ayudado a coronar, no intervino para rescatarla.
Te podría interesar: Ana Bolena: La trágica historia de la reina que cambió a Inglaterra
El juicio por herejía
Encarcelada en Ruan, fue sometida a un juicio eclesiástico dirigido por jueces pro-ingleses. Se le acusó de herejía, brujería, idolatría y de usar ropa masculina, algo considerado una transgresión religiosa grave en la época.
El juicio fue manipulado desde el principio: no tuvo asesoría legal, se le impidió hablar con un abogado defensor y fue presionada a confesar falsamente. A pesar de su inteligencia y firmeza en los interrogatorios, finalmente fue declarada culpable.
La ejecución de Juana de Arco
El 30 de mayo de 1431, Juana de Arco fue quemada viva en la plaza del Mercado Viejo de Ruan, con solo 19 años. Murió gritando el nombre de Jesús. Sus cenizas fueron arrojadas al río Sena, para evitar que su cuerpo fuera venerado.
Rehabilitación y canonización
Años después, en 1456, el Papa Calisto III ordenó una revisión del juicio, declarando nula la condena original y proclamando a Juana como víctima de una injusticia política y religiosa. Finalmente, fue canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV y declarada santa y patrona de Francia.
Un legado eterno
Juana de Arco es recordada como una figura heroica, mística y revolucionaria. Su historia ha trascendido los siglos, inspirando libros, películas, canciones y movimientos sociales. Es símbolo de valor, fe, determinación y lucha contra la injusticia.
La historia de Juana demuestra que, incluso en los momentos más oscuros, una sola voz puede cambiar el destino de una nación.
0 comentarios